Celia Cruz, la reina del azúcar

Cubana de nacimiento, a Celia Cruz nadie podría discutirle su condición de ciudadana global. Sin ella es difícil entender la música latinoamericana del siglo XX. Representante sin igual de la salsa, se hizo mundialmente reconocida con la Sonora Matancera en los años 60 del siglo pasado y luego gracias a su carrera como solista, un camino que solamente sufrió una pausa cuando se unió, en un par de etapas, a la Fania All Stars. Celia, al tiempo que reclamaba para sí el trono de reina de la salsa y ponía a bailar al planeta, inmortalizó la frase “¡Azúcar!”, que, junto con su voz, se convirtieron en su pasaporte a la inmortalidad. 

Latinoamérica es Salsa

Nada define mejor la mezcla de culturas que conviven en Latinoamérica como la Salsa. Este ritmo es el producto de la fusión de los distintos estilos de música europea con los elementos propios del continente, sin dejar de lado la influencia de los sonidos africanos. Posee un sinfín de variantes, que van desde la “Salsa Brava” hasta la “Salsa Erótica”, pasando por otras opciones más románticas pero en cada una de ellas conviven melodías pegajosas que invitan a bailar y celebrar porque, aún hasta en los tiempos más complicados, la vida es un baile y nada como la Salsa para celebrarla.

Mambo es pura sabrosura

Cuba es la cuna del Mambo, un ritmo que combina la cadencia típica cubana con la forma de ser del habitante de esa isla caribeña. Como todos los estilos provenientes de aquel país, posee una importante influencia africana, producto de la llegada de los esclavos en tiempos ancestrales. Lo que distingue al Mambo de otros géneros es su elocuencia y la invitación a improvisar su baile. Su impacto en el mundo musical fue enorme: su expansión fue tal que creó escuela tanto en México, con la figura de Dámaso Pérez Prado, como en New York, con Tito Puente y Lou Bega como dos de sus mayores exponentes.

Chachachá

Otra de las grandes contribuciones de Cuba al universo de la música popular es el Chachachá. Su origen data de los años 50 del siglo XX y se le considera una mezcla entre el Mambo y el Danzón, otros ritmos originarios de la isla caribeña. El nombre Chachachá se debe a los tres pequeños golpes que daban al piso los bailadores de este género. Su gran atractivo es que su música es enérgica y de un ritmo sostenido. El Chachachá es un baile de salón que se popularizó rápidamente en todo el continente americano, incluso en en los Estados Unidos. Hoy en día hay quienes practican esta danza al ritmo de otros géneros como el pop latino.